quarta-feira, 12 de outubro de 2016

Las neuronas del amor

Las neuronas del amor
September 20, 2016
|
Héctor Puche

(Fonte: http://tseelbach.wixsite.com/ane-neuroblog/single-post/2016/09/20/Las-neuronas-del-amor)
El pasado 17 de Septiembre se celebró en Colombia el día del amor y la amistad. Un equivalente al día de San Valentín en Madrid o el día de Sant Jordi de Catalunya. Que mejor que traer a nuestro neuro-blog a un invitado muy especial: Héctor Puche, actual director de la Academia de Neurociencia y Educación en Colombia y Presidente de la Fundación Budhi España, quien nos ayudara a entender un poco mejor, a este muy incomprendido sentimiento.

LAS NEURONAS DEL AMOR


¿Quién se ha librado de sentirse enamorado? ¿Qué es el amor? ¿Se puede vivir sin él? ¿El amor es un sentimiento o una emoción?
El estudio de la emoción es conocido como neurociencia afectiva, que busca comprender los mecanismos neurobiológicos de ciertos estímulos externos que influyen en el comportamiento del ser humano y lo posiciona frente al entorno.
No cabe duda que si la ciencia invierte tiempo y recursos en saber, aprender y comprender cómo nos afectan las emociones, los sentimientos y el amor en nuestras vidas, puede que estos conceptos tengan cierta relevancia y sean fundamentales para la especie humana. Tanto es así que en el calendario mundial, según en qué país nos encontremos, existe el día de San Valentin o el día del amor y la amistad que es celebrado mayoritariamente en febrero y septiembre.
¿El amor y la amistad son compatibles? ¿Puede haber amor entre dos amigos? ¿El sexo y el amor son lo mismo? Definamos qué es la Amistad: relación interpersonal de afecto entre seres humanos. Viene del latín amicitas, amicus, amigo, que deriva de amare (amar). Entonces, etimológicamente amistad implica amar, ¿no?
¿Qué pasaría si le dices a tu mejor amigo/a “te amo”? ¿Crees que te malinterpretaría?
En la sociedad en la que vivimos actualmente, el amor o amar a alguien se circunscribe a las relaciones de pareja.  A tu amigo le quieres, le aprecias, pero no le amas. ¿Raro no? Pero la excepción a esta regla llega con la familia. A tus padres y hermanos/as puedes amarlos, pero ¿a tus primos o parientes? La línea que divide a quien podemos amar o mostrar afecto de manera correcta sin causar confusión o daño emocional es muy fina y  casi inexistente, bueno, existe solo en contextos culturales.

La cultura que hemos heredado en los últimos 10.000 años nos ha separado como especie, como mamíferos, como humanos. Dependiendo de donde hayas nacido, el mostrar afecto a tus padres y familiares puede ser considerado violento. Increíble, ¿verdad? Las muestras de cariño, afecto, amor, en ciertas culturas, son equivalentes a una forma de violencia.

Yo vengo de una familia que se besan y abrazas mucho hombres con hombres, mujeres con mujeres, hombres y mujeres. Soy colombiano, pero tengo que reconocer que no en todas las familias colombianas eso es generalizado. Incluso en la misma familia a la que pertenezco por parte de padre y de madre, hay integrantes que no se sienten cómodos con las muestras de afecto recibidas.

Cada vez son más las personas que les cuesta mostrar afecto. Visten sus emociones con un caparazón impenetrable. Esconden sus sentimientos por temor a ser robados, infravalorados, rechazados.

Este tipo de comportamiento tiene su raíz en el sistema límbico inferior. Esta zona es la encargada de preservar la vida, de defenderla, de decir cuando reproducir la especie, de cuando atacar. El ser humano crece con el sentimiento de pérdida constante (una interpretación infundada por la cultura), pero ya no pérdida a su propia existencia, sino a lo que cree que posee: objetos e individuos.

En la adolescencia ese sentimiento de pérdida se incrementa con las ganas de pertenecer a un grupo de determinadas personas (amigos) y de no perder el afecto de quienes te importan (familia, novio/a, amigos/as). Luego, en la etapa adulta, se le añade los conceptos de carrera profesional, empleo, familia, coche, casa, circulo de amistades, hijos. Y el ciclo comienza nuevamente generación tras generación.

Pocas personas se detienen a pensar si en verdad tiene sentido la manera cómo nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás. Como mostramos nuestros sentimientos, como gestionamos las emociones y si amamos de verdad.
Pero, para tapar esa carencia, la sociedad se inventa un día donde celebramos lo desconocido “el amor y la amistad”. Nos hemos acostumbrado a celebrar tantas cosas que no comprendemos que un concepto más no le hace mal a nadie.
La cultura afirma: “no se puede vivir sin amor”, pero también te aconseja que en temas de desamor, “lo que no te mata te hace más fuerte”.  ¿En qué quedamos? Todo parece muy confuso y para eso hay momentos que debemos recurrir a la ciencia.
En 1945 Rene Spitz, psicoanalista austro-estadounidense hizo un estudio sin precedentes que marcó un antes y un después de cómo vemos el afecto, los sentimientos, las emociones, y el amor entre seres humanos. El experimento lo llamó “confinamiento solitario” y consistía en seguir la evolución de crecimiento de bebés en un orfanato. Los infantes permanecieron en cunas individuales separados por sabanas formando cubículos de tal forma que solo podían ver el techo del recinto. Una enfermera diariamente les revisaba su higiene y les alimentaba sin mostrar ningún tipo de afecto hacia ellos. El resultado fue que el 37% de esos bebés murieron. Luego hizo una comparación de este grupo de infantes con otro que había nacido en cárceles. Los que nacieron “prisioneros” sobrevivieron al 100% y además mostraron un desarrollo físico e intelectual superior al grupo del orfanato que no murió. Spitz pudo concluir que el ser humano tiene la necesidad de ser amado, de sentir afecto y no de ser cuidado o alimentado.

En el 2007 se comprobó en Rumanía el experimento de Spitz, cuando se estudió el crecimiento de bebes adoptados vs bebés en orfanatos, ambos genéticamente sanos para descartar cualquier indicio de desequilibrio en el estudio. El 55% de los niños en orfanatos desarrollaron algo tipo de enfermedad mental a diferencia de los adoptados que crecieron con menos ansiedad, menor depresión, con mayor habilidad para poner atención, además de presentar 9 puntos de coeficiente intelectual por encima de los adoptados y su crecimiento fue aún más rápido.
Howard Bloom cita  en su libro "Global Brain”, varios ejemplos de cómo el sistema inmune del ser humano se debilita cuando no recibe reforzamiento de las personas que lo rodean.
Si disponemos de literatura científica en esto temas, ¿por qué nos sigue costando mostrar  nuestros sentimientos y amar sin reservas? Ya no es un tema que compete a una doctrina religiosa, es ciencia. Como raza somos animales que necesitamos muestras de afecto diarias para poder desarrollar todo nuestro potencial con el que genéticamente hemos nacido.
Veamos químicamente qué pasa dentro de nuestro cuerpo.

De acuerdo con estudios de la universidad de Siracusa en Nueva York, en una interacción amorosa en una pareja existen 12 zonas que se activan generando sustancias químicas.

Las regiones cerebrales estimuladas cuando dos personas se besan o tienen algún tipo de expresión de amor son: Corteza cerebral, hipófisis, hipocampo, hipotálamo, corazón, riñones y glándulas suprarrenales, zonas erógenas, sistema nervioso autónomo entre otras.
El corazón libera catecolaminas (dopamina, norepinefrina y epinefrina) que aceleran los latidos y el volumen de sangre bombeado. Estos neurotransmisores aumentan sensaciones de placer en el sistema límbico durante los primeros contactos los cuales pueden ser comparados con la que producen las drogas que generan adicción. El apego hacia la pareja es causado por la segregación de la Oxitocina y la Vasopresina y el deseo sexual es provocado por la testosterona y el estrógeno.

Las endocrinas actúan como calmantes naturales y se generan en el sistema nervioso central brindando sensación de sosiego.
Si traducimos esto en leguaje de calle, cuando nos enamoramos, nuestro cerebro genera un coctel químico que induce al individuo a estados de placer y calma. Pero no todo es color de rosa. Porque el enamoramiento además de subir las defensas y aportar un semblante a las personas de luz y belleza, también es el causante de generar cortisol, la hormona del estrés y de contribuir a suprimir el sistema inmunológico.
¿Cómo puede ser que un mismo concepto sea el causante de dos reacciones completamente opuestas? Esto se debe a la falta de saber gestionar nuestras emociones, la falta de comprensión al otro, la falta de respeto y valoración hacia las personas que queremos y que nos quieren y el desconocimiento sobre el amor.

El amor, para mi no es un sentimiento, ni una emoción. El amor es algo más. El amor no tiene opuestos. Es carente de polaridades. No es el antónimo de odio. El amor es la única fuerza en el universo que no se le puede oponer resistencia. El amor es una frecuencia vibratoria que sobrepasa las dimensiones humanas. El amor no condiciona, no ata, no impone. El amor transforma, equilibra, libera, embellece, expande.  Cuando se ama de verdad, desaparecen los miedos, el vacío interno, la ansiedad, la inseguridad. Cuando se ama de verdad, se comprende que la amistad es la primera lección que nos da la vida para poder trascender nuestros límites y llegar a estados de amor incondicional. Cuando se ama de verdad, se aceptan todas las formas posibles de vida, se respetan todos los actos del prójimo, porque se logra entender que todos los seres humanos hacemos lo mejor que podemos con la información que tenemos en ese momento.
¿Qué es amor incondicional?

El amor incondicional no es el que nos han contado que tienen las madres. Es un estado de consciencia donde el respeto, la aceptación y la comprensión del otro es al 100%. Es dar nuestra mejor versión de nosotros mismos de corazón. Tanto el amor y la amistad son ejercicios donde las personas deben optar por relaciones constructivas sin tener expectativas de cambiar a nadie. Si amas a tu pareja o a tus amigos, los aceptas tal y como son.

Ese estado de conciencia que nos lleva al amor y que en un lenguaje neurocientífico, se traduciría como la interacción del lóbulo prefrontal y del neocortex - que son los encargados de “desanimalizarnos”- con el sistema límbico en un estado relajado y equilibrado, prevaleciendo la activación del el sistema límbico superior consciente, y disminuyendo la activación de nuestro sistema límbico inferior de reacción inconsciente, gestionando así nuestras emociones consecuentemente y con unidad (pensar, sentir y actuar de la misma manera- en coherencia).
La información está disponible para todo aquel que quiera/desee/necesite cambiar su manera de relacionarse y entender el amor y la amistad.


¿Qué podemos sacar en claro de todo esto?

Por mi parte puedo decir que día a día, me esfuerzo por causar en los demás, con mi actitud de servicio como Lifecoach en las sesiones que ofrezco a las personas, que gracias a los ejercicios de crecimiento personal puedan ser capaces, por si mismos, de segregar serotonina (autoregulación de estados de ánimo), dopamina (atención consciente de la realidad), acetilcolina (contribuir al aprendizaje desde el interés y el asombro) y oxitocina (ser más amorosos desde el respeto hacia el otro) y que además puedan bajar sus niveles de cortisol (estrés del diario vivir) como parte de los objetivos de las sesiones. Te invito a que intentes generar neurotransmisores de la felicidad a la gente que te rodea.
No desperdicies la oportunidad que tienes de amar a los demás día a día. Ese es la mayor lección que podemos aprender mientras estamos vivos.

Héctor Puche
Director de la Academia de Neurociencia y Educación en Colombia
Presidente Fundación Budhi España

(Fonte: http://tseelbach.wixsite.com/ane-neuroblog/single-post/2016/09/20/Las-neuronas-del-amor)

Sem comentários:

Enviar um comentário